Apartados

La libélula del más allá

Su madre siempre le dijo que no anduviera por las ramas, pero a ella le gustaba tanto ver las hojas. El tiempo se le pasaba comparando sus colores y sus bordes; las texturas de sus paredes y las hebras de los tallos. Admiraba como la luz del sol las iluminaba y cuando la luna se aparecía, le embelesaba notar como dejaban su color natural para perderse con el gótico azul marino de la noche.

Siempre supo que corría mucho riesgo merodeando entre los árboles, pero la vista desde las ramas era más linda que la del estanque, donde volaban bajo todas las demás libélulas. Un día un depredador inesperado la vio curioseando entre el follaje y atraído por sus brillantes alas, la atrapó, no pretendía comerla sino sacudirle ese polvo mágico de entre las alas.

La libélula sintió su alma desprenderse de su cuerpo, cayó sobre las suaves hojas de una hermosa planta. Y ahí con un doloso soplo pidió a su madre – la naturaleza – su último deseo: “Por favor conviérteme en flor para fundirme en ti y seguir viendo el sol y la luna entre el follaje”. Sus alas y patas ahora eran hojas verdes cenizo, puntiagudas y delgadas, y su cuerpo una hermosa vara alargada de tono lila que desprendía un delicado aroma como el de ella misma.

Video La libélula del más allá

Cerulean blue

Es ese azul, el azul cerúleo, el tono grisáceo azulado del amanecer cuando choca la luz entre la niebla de una mañana – no fría sino fresca – y la piedra. Abro los ojos y mi vista es solo esa pared de piedra, fea y mal terminada; la maldición de concreto que sufrimos todos los habitantes de una gran urbe. Sigo pensando como hacer mi vista más bonita, pero como es el muro del vecino, es poco fácil decidir y tomar acción. Sin embargo, hoy, la vista simple y deprimente del ladrillo gris, se me hizo poética por ese vaho en tono «cerulean blue»; romanticismo completo.

Entonces pensé, que con este clima cambiante a verano lluvioso y con aire, sería ideal despertar en una cabaña en medio del bosque fresco y húmedo por la niebla y el rocío. Me gusta la playa, pero también me gusta el bosque, me gusta la naturaleza y hoy, conoceré el desierto.

¿Lo poemas son como las recetas?

Ando perdiendo el miedo a los poemas y queriendo entenderlos mejor. No sé si eso llegue a ser posible, tal vez hay poemas que están escritos para no ser comprendidos sino solo sentidos. Tras leer «Lector a domicilio» de Fabio Morábito, sin querer queriendo mi incursión en el mundo de los poemarios toma un curso menos intimidante y más interesante.

Creía que todos los poemas, por el sólo hecho de serlo, eran obras de arte y por lo tanto exquisitos todos sin excepción. Entiendo ahora que hay poemas bueno y malos, que la poesía me puede gustar mucho o dejar indiferente.

Eduardo, el lector a domicilio y protagonista de este libro me invita a llegar con él a una interesante reflexión: ¿los poemas son como las recetas?

«Son recetas de vida, digamos, y aunque no nos guste el platillo que describen, nos admira lo bien que lo describen. Todo el gusto de la poesía está en eso.»

O… Los poemas no son como las recetas…

«…porque las recetas sólo tenían sentido tomadas como un todo, al revés de los poemas, que podían leerse de manera fragmentaria, sin la obligación de terminarlos; uno podía deternerse a media lectura, fascinado por cuatro o cinco versos, y releerlos una infinidad de veces, olvidándose del poema… Una receta, en cambio, no puede truncarse a la mitad porque el platillo no sale o sale mal»

Mmmmmh, yo sí me he quedado prendada de un par de versos y los releo hasta olvidarme del resto. En cuánto a esta última idea, creo que una receta puede truncarse y modificarse, transformarse y hasta mejorarse. Pero, ¿un poema?

«Los poemas son un todo, como las recetas de cocina; no se vale decirlos a medias o recitar un par de versos, hay que tomárselos en serio como el poeta que los escribió y que luchó hasta la última línea antes de darlos por terminados.»

¡Rayos! La única conclusión a la que llego es que tal vez leo y cocino muy parecido. Como solo yo quiero.

Y ustedes… ¿qué piensan?

EL CUENTO DE LA CRIADA (reseña)

El mes anterior leí » El cuento de la Criada» de la escritora canadiense Margaret Atwood y, admirada por los temas tan trascendentales que aborda habiéndose publicado en 1985, me dejó reflexionando: ¿hemos avanzado lo suficiente como sociedad o estamos encaminándonos a una distopía?

Margaret vivía en Alemania Occidental cuando escribía esta novela en 1984, aún faltarían 4 años para que se derribara el muro de Berlín. Esto influyó directamente en la escritora que a diario experimentaba la cautela, los silencios y cambios de temas; la forma de transmitir información de manera indirecta y la sensasión de sentirse vigilados.

En la novela, la población humana se está reduciendo y la infertilidad es motivo de alarma. Se establece un régimen teocrático, cada persona de acuerdo a género y status social tienen una función. Se suprimen la libertad de prensa y los derechos de las mujeres. Las hembras fértiles son llamadas Criadas y son tratadas como objeto y su única función es dar a luz.

Una de estas Criadas es nuestra protagonista (Defred) y gracias a sus memorias empezamos a darle forma a la indeseable sociedad de la República de Gilead en la que ahora vive. Como si ella escribiera en su diario; sin pies ni cabeza, entrelazando historias cortas, pensamientos y hechos reales pasados y presentes, se tratan escondidos entre las palabras temas como: religión, libertad, derechos humanos y principalmente el trato a la mujer.

Por este último tema, podría considerarse una novela feminista, a lo que la autora responde: «si quiere decir una novela en la que las mujeres son seres humanos – con toda variedad de personalidades y comportamientos – y además son interesantes e importantes y lo que les ocurre es crucial para … la trama del libro… Entonces sí.»

Quedé tan impresionada y el final redondea tan bien la novela que me sigo cuestionando si este «feminismo» que estamos viviendo y violencia a la mujer ya ocurrió o lo estamos haciendo cíclico. Los testamentos (2019) es la segunda parte de este libro y ya ansío leerla.

#aleer