Llegas, ves el camino por recorrer, piensas que no necesitas nada más. Al piso y al aire no le importa que traes puesto ni si te arreglaste… ellos siempre te esperan. Estás listo.

Es el deporte más barato, y aunque todo mundo sale con: «es mucho impacto a las rodillas», «no te ayuda a marcar», «no bajas de peso con puro cardio», entre otras… la realidad es que son solo pretextos. Correr es la actividad más enraizada en el ser humano. Los niños corren tan pronto pueden, solo por diversión y porque se sienten libres.

Corriendo canalizas tanta energía que los problemas no parecen tan pesados. Cada paso te hace sentir que así puedes resolverlos, paso a paso.. pero hay que dar el primero.

Empiezas a correr. Tu respiración, tus latidos cardiacos, todo se acelera. Intentas que sea tolerable, forzando un poco tu cuerpo sin que seas consumido. Hasta que lo encuentras… Qué? Tu ritmo.

Mientras corres, piensas y meditas. Estás abstraído, y sin embargo te das cuenta de muchas cosas que antes no notabas: del aire, del sol, de la naturaleza, de los sonidos, de todos los pensamientos que cruzan tu mente. Estás seguro… te ayuda a desconectarte, para luego reconectarte. Surgen ideas.

Sigues corriendo. Sientes el golpeteo en las articulaciones. Estás eliminando los tóxicos de tu cuerpo, porque aceleras el metabolismo y estás listo para el recambio. Todo circula: agua, azúcar, electrolitos , aire, sangre. El corazón está siendo activado como una bomba, para esforzarse, para prepararse ante cualquier posible imprevisto; gracias a este entrenamiento, en un futuro, posiblemente te salve la vida.

Ya cerca de la meta, lo sabes… esto es ejercicio sano, el que disfrutas, el que te purifica. Llegaste.. a tu tiempo… a tu meta. Eres otro.